"AHORA SE ENTERAN DE LAS MEDUSAS" Y "HERODES Y SUS MUCHACHOS"; DOS ARTÍCULOS DE ARTURO PEREZ REVERTE CON SU ESTILO TAN DECIDIDO. INTERESANTE LEERLOS
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Ahora se enteran de las medusas
ARTURO PÉREZ-REVERTE XLSemanal 3 de septiembre de 2006
Aú, aú, aú. Alarma, alarma. Inmersión. Este verano, las autoridades y el respetable público nos hemos enterado, con el sobresalto adecuado vía telediarios, de que el Mediterráneo está hasta las trancas de medusas perversas y malosas que hacen pupita. Todo un espectáculo, esas playas abarrotadas de gente acojonada en la orilla, sin osar mojarnos, con nuestros críos entusiasmados, eso sí, correteando con salabres, y la arena llena de medusillas y medusazas que todo cristo fotografiaba con los móviles mientras protestábamos indignados. No hay derecho. Uno viene de vacaciones, maldición. Que las autoridades hagan algo. Y las autoridades, claro, haciendo lo que mejor hacen de su oficio: salir en la tele contándonos lo que les preocupa el fenómeno, y cómo van a tomarse las medidas oportunas, etcétera. A fin de cuentas, profesionales de la mojarra como todo político que se precie, esos pavos –y pavas– saben perfectamente que no passsa nada. Para eso tienen asesores que los asesoran, explicándoles que lo de las medusas, señor ministro, se manifiesta con el calor y las corrientes, y va por rachas y por épocas del año; así que con algo de suerte, para septiembre mis primas se habrán ido a darse un garbeo por el fondo del mar, o a cualquier sitio discreto donde no den mucha murga, y el personal olvidará el asunto hasta el año que viene, porque en invierno chapotea poca gente. Y el año que viene es exactamente eso: el año que viene. Y luego, el otro. Ahí nos las den todas.Lo que no he oído decir a ninguna de esas dignas autoridades, y miren que me extraña, es que el problema no tiene solución. Que lo de las medusas empezó hace tiempo, que en su momento no se hizo ni puto caso, y que ya es irreversible, porque el equilibrio ecológico se ha ido al garete a causa del calentamiento del mar, la sobrepesca, la urbanización salvaje, los vertidos y la contaminación. Consecuencia, todo ello, de nuestro egoísmo y nuestra inmensa estupidez. Cuando hablan de medidas para atajar el problema, no dicen la verdad: que tales medidas son ya imposibles de aplicar, pues exigirían actitudes que nadie está dispuesto a mantener y sacrificios que nadie quiere realizar. ¿O sí? ¿Los constructores sinvergüenzas y sus políticos lameculos a sueldo, que han convertido el litoral mediterráneo español en una pesadilla de hormigón, van a dejar de comprarse yates tamaño Pocero por unas medusillas de nada? ¿Los ciudadanos indignados y solidarios reaccionaremos con nuestra movilización y nuestro voto, mandándolos al paro y al talego?¿O tal vez inflándolos a hostias? ¿Vamos a repoblar el Mediterráneo con las especies que antes se jalaban a las medusas, y que ahora, al desaparecer, les dejan campo libre y pajera abierta? ¿Con el atún rojo que cuatro golfos llevan años exterminando impunemente para exportarlo a Japón, gracias a la complicidad pasiva y activa de las autoridades de pesca y los poderes autonómicos correspondientes? ¿Con las tortugas marinas asfixiadas entre redes asesinas, que nadie ha movido un dedo por proteger? ¿Con los doscientos atunicos de palmo y medio que aficionados imbéciles alardean de capturar en sólo una mañana? ¿Con los miles de peces prematuros que cubren el mar frente a un puerto cuando los pesqueros llegan y se enteran de que dentro está la Heineken de la Guardia Civil?Un consuelo queda, al menos. Que con esto de la pérdida de fauna y flora autóctonas, la sobreexplotación y el calentamiento, los científicos dicen que medio millar de especies forasteras invaden ya el Mediterráneo, que las medusas van a ser hermosas como para ponerles un piso, y que vía canal de Suez se nos cuelan hasta tiburones del mar Rojo, que después de una dieta de eritreos y sudaneses tienen unas ganas de jalar impresionantes. Y puestos a irnos todos a tomar por saco, como merecemos, y que aquí palme Sansón con todos los filisteos, a algunos eso nos hace albergar, al menos, la esperanza de que haya cierta justicia biológica en el orden de las cosas, y ver un día a la ministra Narbona, por ejemplo, haciendo de capitana Garfio ante las mandíbulas de un escualo de cuatro metros, tic-tac, tic-tac, o al portavoz Zaplana saliendo de la playa, en Benidorm, con una medusa Aurelia –las que tienen cenefa azul– pegada al ciruelo. Y entonces, que venga a comprar cemento sin agua ni luz, a defecar con todos en el colector de la misma playa, y a jugar al golf como si esta inmensa mierda fuera Irlanda, la puta que nos parió.
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Herodes y sus muchachos
ARTURO PÉREZ-REVERTE El Semanal 25 de diciembre de 2005
Por estas fechas, cuando amarro en ese puerto, suelo echarle un vistazo al belén. Está situado en la plaza mayor y es enorme, con figuras de un palmo, casitas, norias que se mueven y puentes. Ocupa media plaza y siempre se ve rodeado de niños, con altavoces que emiten villancicos y murga propia del asunto. Cada año mejora: ahora el herrero martillea sobre el yunque, sale humo por el horno de pan y la hilandera se inclina moviendo la rueca. También observo que, a tono con el lugar y los tiempos, hay más casas. A fin de cuentas se trata de un belén situado en un pueblo que en los últimos años llenó de cemento, ladrillos y grúas cada playa, cada rambla, cada parcela hasta donde alcanza la vista. En esta España del pelotazo urbanístico y lo que te rondaré morena, donde el año termina con 800.000 nuevas viviendas aprobadas por los colegios de arquitectos y donde sólo en Murcia y Almería se prevén otras 500.000 para el litoral virgen mediterráneo, hasta en un nacimiento navideño el terreno urbanizable es tentación irresistible. Hace poco, en el belén de la plaza sólo había, figuras aparte, el portal y el pueblecito, un molino y una posada. Ahora hay edificaciones por todas partes. El pueblecito es un pueblazo que ha triplicado su tamaño, la casa del panadero tiene dos pisos más de altura, el aprisco y las chozas de los pastores son ya una fila de adosados, y la posada ha crecido, rodeada de nuevas casas, hasta tener el aspecto de un hotel de cuatro estrellas, con luz en las ventanas y un lucero luminoso encima que le da aspecto de puticlub.Por supuesto, cada vez hay menos campo. En el prado donde pastaban figuritas de ovejas han puesto media docena de casas, los molinos de aspas giratorias se han decuplicado –gracias a las subvenciones de la Comunidad Europea, supongo–, y en la esquina donde otros años había un bosque por donde venían los reyes magos, a Herodes le han construido un palacio altísimo, enorme, con fachada neoclásica, frontón y columnas. Tiene mucha trastienda, por cierto, la actitud del fulano, allí en la puerta de su residencia, rodeado de cuatro figuras de cortesanos judíos y ocho guardias romanos. Uno de los acompañantes luce toda la pinta de un concejal de urbanismo: lleva en las manos un papel enrollado, sin duda los planos de un nuevo complejo a construir sobre terrenos del belén que, por feliz azar municipal, acaban de recalificarle a un cuñado suyo, que lo compró como suelo rústico dos semanas antes de las elecciones al Sanedrín. Es una pena que, en vez de villancicos, los altavoces no difundan la conversación de Herodes con los fulanos, aunque es fácil imaginársela. Tenemos cuatro fariseos a favor y un saduceo ecologista en contra, pero con trescientos denarios lo convertimos en tránsfuga y vota la recalificación de Cafarnaún tan seguro como que a Sodoma le dieron las suyas y las de un bombero. Etcétera.A todo esto, por el camino que ahora se ha llenado de casas, los tres reyes magos avanzan con sus camellos, mirando a uno y otro lado con cara de pensionistas guiris en busca de un apartamento en línea de playa. Pero aunque ellos son tres, cada uno con su criado, o sea seis, más los camellos, no me salen las cuentas. Para llenar tanta nueva casa, cuento las figuritas del belén y no cuadra la proporción: cuarenta y siete, sin sumar ovejas y gallinas, para unas doscientas cincuenta viviendas, calculo a ojo; y menos figuritas que van a quedar tras la matanza de los inocentes, que está al caer. Así que ya me contarán quién va a ocupar tanto ladrillo. Pues no tienen que venir reyes magos, ni romanos, ni cireneos, ni samaritanos mafiosos, ni nada. Y encima, cuando uno mira el riachuelillo de agua que mueve la noria, se pregunta de dónde saldrá la necesaria para beber y ducharse en tanta casa. De Lanjarón, imagino. Los reyes magos van a tener que usar agua de Lanjarón.En cuanto al portal, el ángel que sostiene el cartelito con el Gloria in excelsis Deo parece desplegar sin complejos –lo juro por mis muertos– el cartel de una inmobiliaria. Y los presuntos pastores que rondan el pesebre tienen un sospechoso aire de constructores, especuladores y ediles municipales esperando a que la sagrada familia se suba en la burra y se largue a Egipto de una vez, para recalificar el terreno. Sí. Me juego el palo de la zambomba a que, en vez de portal, el año que viene encuentro ahí un campo de golf.